Ya hay coincidencia en calificar la situación económica actual como de crisis (tasa de crecimiento económico muy baja) al borde de la recesión (tasa de crecimiento negativa), aderezada con una tasa de inflación por encima de la que se considera admisible (2%).
Por todas partes se escuchan recomendaciones que apuntan a la austeridad de individuos y administraciones públicas, y que se concretan en:
- Reducir el número de responsables políticos encargados de gestionar los servicios públicos (ver aquí), congelar las remuneraciones de los que quedan (ver aquí) y dar la puntilla a la suficiencia financiera de los Ayuntamientos (ver aquí) (que otra cosa distinta será cómo quede la financiación de las Comunidades Autónomas).
- Apoyar la recuperación económica dejando más dinero en manos de las familias con mayores rentas (supresión del Impuesto del Patrimonio y del Impuesto de Sucesiones y Donaciones) y menos en poder del Estado para sufragar gastos sociales o inversiones públicas que favorecen principalmente a las familias con menor renta (ver aquí).
Ahora bien, no se hace referencia alguna a la utilización de instrumentos tradicionales de política económica (déficit público y política monetaria) que ahora están autolimitados por reglas autoimpuestas (caso del déficit por el Pacto de Estabilidad de la UE) o secuestrados en manos de organismos supuestamente independientes (el Banco Central Europeo y la política monetaria). Tras el empacho de desregulación pública y de hipotecas privadas en los últimos años, seguir guardando en una urna estos instrumentos de política económica anticíclica es antisocial: por los límites que se ponen a mejorar los servicios públicos y las políticas sociales (en el caso del déficit) y por la brutal erosión de las rentas de tantas familias con hipotecas ante un euribor al alza alentado por la política monetaria restrictiva del Banco Central Europeo, que lógicamente, tiene su contrapartida en el crecimiento continuado de los beneficios de las entidades financieras, generando así una redistribución de renta desde las familias a los bancos bendecida legalmente por la regulación que la Unión Europea tiene establecida sobre el Banco Central.
La medida del Tesoro de los Estados Unidos de “rescatar” a las dos principales entidades hipotecarias de ese país (ver aquí) y las anunciadas por el Presidente del Gobierno de España de apoyar al sector de la construcción de viviendas (ver aquí) son dos ejemplos de libro de cómo la intervención pública en la economía es aplaudida sin rubor cuando beneficia al gran capital especulador que juega en bolsa, incluso por el FMI guardián de la ortodoxia. Respecto al rescate que el Gobierno de España va a poner en marcha para el sector de la construcción ¿tendrá algo que ver que el actual Presidente de la patronal de la construcción (SEOPAN) fuera hasta hace sólo unos meses el Jefe de la Oficina Económica del Presidente del Gobierno? Sólo me hago la pregunta.
España basó su crecimiento de los últimos dos lustros en un sector de la construcción desbocado y ávido de ganancias. Ahora, el pinchazo de la burbuja inmobiliaria era la ocasión de oro para colocar a cada cual en su sitio, asumiendo las consecuencias de sus propios actos, y apostar decididamente por la vivienda pública para satisfacer un derecho básico como el acceso a la vivienda. Mientras tanto, los que realmente sufren las consecuencias de la crisis financiera, se encuentran con mayores pagos de sus préstamos.
Para terminar, un ejemplo de cuanto será marear la perdiz para acomodarse día a día a los nuevos datos económicos sin que parezca que ocurre nada grave. Horas después de que la Comisión Europea augurará recesión en España desde ya, el Vicepresidente Económico del Gobierno se despachaba diciendo que "Si la recesión sirve para limpiar la economía y remontar la situación, no tiene la mayor importancia" (ver aquí). Con ello se refiere a que lo único bueno de la crisis podría ser que aquellos sectores que han abocado a la misma (el de la construcción y el financiero) fueran saneados de raíz, lo que difícilmente va a ocurrir precisamente porque el Gobierno de España y todos los de los países ricos están poniendo paños calientes y mascarilla de oxígeno para que quienes han jugado en el casino de la especulación durante los últimos años sigan jugando en el futuro.
viernes, 12 de septiembre de 2008
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