jueves, 19 de julio de 2007

RAZONES A FAVOR Y EN CONTRA DE LA PARTICIPACIÓN ACTIVA EN POLÍTICA

Vaya por delante que soy de los que piensan que cualquier ciudadano/a, por el simple hecho de vivir dentro de una sociedad, por acción u omisión, es un ser intrínsecamente político. Por ello, “Ni se entra, ni se sale de la política. Siempre se está dentro”.

No obstante esta aclaración, cuando llegan las elecciones, miembros de la comunidad se plantean dar el paso de postularse para ocupar puestos de responsabilidad pública representativos dentro de las listas de diferentes formaciones políticas.

Por lo que me toca, hablaré en primera persona de mi experiencia y las razones (a favor y en contra) que sopesé a la hora de decidir concurrir a las elecciones municipales en Casas Ibáñez en tres ocasiones dentro de las listas del PSOE. En 1995 como candidato a Concejal, en 1999 y 2003 como candidato a la Alcaldía.

CUESTIONES PRELIMINARES
- Ante todo, señalar que se trata de una decisión y una actividad difícil, compleja y que nos marca profundamente. Siempre hay un antes y un después de la participación activa en política.
- Entiendo que por encima de los intereses personales está nuestro proyecto de grupo.
- La actividad política de base es tan digna e imprescindible como dura y desagradecida (generalmente).
- Sacar ciertos proyectos adelante implica mucha negociación, tensión, espera y desesperación. Las cosas no sólo dependen de nuestra voluntad (que puede ser mucha), sino también de restricciones legales, económicas y sociales.

RAZONES A FAVOR

1) Trabajar por nuestro pueblo junto con los/as compañeros/as del grupo político y los colectivos sociales. En todos ellos uno encuentra gente buena, abierta y gratuita. Y esto es fundamental, pues la responsabilidad de la gestión municipal y asociativa no es individual, sino común y compartida. Hoy día, pareciera que son más importantes los líderes políticos que los fundamentos ideológicos de la acción pública. Sin embargo, sin el apoyo y la confianza total de los/as compañeros/as del grupo político y del entorno familiar y asociativo, desempeñar un puesto político puede resultar un verdadero suplicio, ya que tomar decisiones con intención transformadora en ámbitos pequeños como nuestros pueblos, supone una cadena de reacciones contradictorias y en ocasiones airadas. Por eso quiero reiterar abiertamente mi agradecimiento a todos/as los compañeros/as de Corporación Municipal en estos años, por su confianza, cariño y dedicación desinteresada a los asuntos públicos, cada uno con la mayor o menor intensidad que ha podido, más todos con absoluta responsabilidad en sus respectivas concejalías.

2) Hacer las cosas consultando y teniendo en cuenta a un amplio número de personas y asociaciones, más intentando ser fieles a nuestros principios ideológicos. Nunca actuando con oscurantismo o por intereses estrictamente electorales, partidistas o personales. Frente a la creciente deslegitimación de los políticos y los partidos (en ocasiones no justificada), la renovación democrática pasaría por una participación e implicación más directa de los ciudadanos/as. Se trata de ofrecer nuevos marcos para que los intereses personales en defensa de derechos adquiridos pasen por un proceso ético-educativo a favor del bien común. Se trata de pasar del individuo centrado en el interés propio, a la persona que siente como suya la suerte de sus semejantes.

3) Luchar desde los municipios en pos de unas políticas públicas que tengan como eje fundamental la defensa real de los colectivos más débiles. No deberíamos limitarnos a gestionar lo que hay o lo que nos mandan, como si estuviera fuera de toda duda su conveniencia. Los Ayuntamientos debemos ser la primera voz crítica con las políticas de otras Administraciones. Sin embargo, la vorágine diaria en asuntos de mero trámite o burocráticos nos impide aplicarnos más y mejor a ello. En definitiva, se trata de poder distinguir con nitidez lo sustancial de lo banal, y aplicar nuestras mayores y mejores energías a lo primero. A veces he sentido la frustración de no poder prestar más atención a denunciar y enmendar situaciones de injusticia social y de políticas públicas poco acertadas.

4) Vivir la vida no es más que dejarla poco a poco en el camino en vivencias que nos acercan a los demás. Encontramos sentido a la vida cuando la construimos con los demás, cuando somos capaces de descubrir que nuestro desarrollo individual pasa inevitablemente porque los demás crezcan junto a nosotros en dignidad y posibilidades. Es preferible ser personas que tienen como deber inexcusable luchar por derechos universales para todos los seres humanos, que ciudadanos que sólo exigen derechos o libertad de mercado para sí mismos.

RAZONES EN CONTRA

1) Las dificultades para atender suficientemente las responsabilidades familiares, las aficiones personales, las relaciones con los/as amigos/as, etc. No siempre es fácil equilibrar y compaginar las actividades relacionadas con la actividad pública con aquellas otras que entran dentro del ámbito de la vida privada.

2) La gestión diaria desde y para la base te absorbe, limitando así las posibilidades de estar al día en cuestiones más de fondo alrededor de la actividad política de otros niveles de decisión (regional, nacional y supranacional), que en un mundo globalizado cada vez tienen más implicaciones sobre la vida de todos/as. A veces uno puede tener la sensación de quemar energías y tiempo en vano, en asuntos municipales sin mayor transcendencia (litigios entre vecinos empecinados). Esto quema y a veces es inevitable un sentimiento de soledad y de tiempo desaprovechado. El sentimiento de soledad no es contradictorio con el apoyo que ofrece tu grupo político en el pueblo. Son dos cosas distintas.

3) Los encontronazos que con demasiada frecuencia se producen con la gente que no acaba de entender o aceptar ciertas decisiones políticas. Duelen al principio, aunque luego se hace cayo (quizás como mecanismo de autodefensa). Incluso al final pueden llegar a convertirse en una forma de realización y forja de la propia personalidad, que sin disfrutar de la contrariedad del prójimo, te desarrolla y fortalece en tus convicciones desde el conflicto y el convencimiento. Si no se entiende la acción política como una actividad sublime que transciende más allá de las propias personas implicadas directamente, se hace duro aguantarla. Hay que tener temple y talante para distinguir la crítica constructiva y fundamentada de la despiadada y difamatoria, sino es fácil desfallecer ante quienes lo único que pretenden es liquidar políticamente a ciertas personas y grupos fuera de las urnas. Si ante estos acosos difamatorios uno no contara con el apoyo del grupo y su entorno, el desánimo nos podría llevar a dejarlo todo, pues como nos dicen las personas allegadas que ven nuestro sufrimiento: “Qué necesidad tienes de aguantar esto”. Cuando uno ve como aumentan las personas que no le devuelven el saludo, no cabe más que consolarse con las palabras de Ramón y Cajal: “No tienen enemigos quienes no toman decisiones y no dicen la verdad”.

4) A veces, es triste y desalentador comprobar que, salvo pocas excepciones, no hay otras ideas o propuestas que no sean las que surgen del propio equipo de gobierno municipal, y cómo el resto de la sociedad civil se limita a jugar un papel estrictamente pasivo en la configuración y desarrollo de cuestiones que les afectan muy directamente. Es la delegación, el desentendimiento y la comodidad absoluta. Esto desanima a preocuparse por algo de lo que normalmente la gente pasa.
En resumen, los tiempos que corren no son propicios para desentendernos de las cosas que son de todos. Como diría la ex alcaldesa de Casas Ibáñez, Pilar Nohales “La desunión es un lujo de los ricos y los poderosos”. Como apuntillaría el Che Guevara “Cada uno de nosotros, solo, no vale nada”.