sábado, 1 de agosto de 2015

SIN PRINCIPIOS, NO PODREMOS


 
Capitán Renaud: En el nombre del cielo, ¿qué te ha traído a Casablanca?

Rick: Mi salud. Vine a Casablanca por las aguas.

Capitán Renaud: ¿Las aguas? ¿Qué aguas? ¡Estamos en el desierto!.

Rick: Estaba mal informado.

 

Hace año y medio que nació PODEMOS. Un torrente de ilusión empujó a muchas personas a trabajar en su seno para construir una formación política distinta a las demás, de acuerdo con principios RADICALES de transparencia, participación y horizontalidad.

Sin embargo, el proceso de configuración de sus órganos internos, así como las elecciones primarias para puestos de representación política (salvo para las elecciones europeas de mayo de 2014), se han caracterizado por estar conducidos y precocinados desde la cúpula dirigente. No se ha confiado en la inteligencia colectiva de la gente.

Los planteamientos críticos ante dichos procesos, que en ocasiones han sido un verdadero clamor, no han sido tenidos en consideración. Y lo que es peor, han sido criminalizados y ridiculizados por dicha cúpula.

A la hora de intentar cambiar el mundo que me rodea no me sirve cualquier vía. Incluso coincidiendo en los objetivos finales, las formas con las que quiero transitar hacia ellos son tanto o más importantes que los objetivos mismos. Los principios que hay detrás de nuestra acción cotidiana permiten tejer y alimentar una sociedad civil viva capaz de emanciparse por sí misma, o por el contrario, pueden convertirse en un elemento más de legitimación del actual sistema político y económico.

No estoy de acuerdo con la manera en que PODEMOS se ha organizado tanto internamente como en su proyección hacia la sociedad. Creo que así no puede aspirar a convertirse ni en herramienta de empoderamiento de la ciudadanía, ni en semilla de profundo cambio social desde abajo. No quiero el poder a cualquier precio. Quiero que el poder lo construya la gente, con democracia directa, sin líderes que impongan o señalen caminos a las masas, donde la única tarea que se encomiende a la gente sea seguirlos obedientemente.

Soy pueblo, no soy ganado. En el pueblo confluyo, me mezclo y, junto a los/as demás transito por caminos de libertad. El ganado sólo precisa un pastor.

No creo en este PODEMOS con alma de cántaro. Como no me ilusiona, no me sirve. Me tomo un respiro.

Deseo la MEJOR de las suertes a los/as compañeros/as que en consejos ciudadanos y círculos están dando lo mejor de sí mismos para ser fieles a los principios originarios de PODEMOS. Ellos/as son el corazón de PODEMOS, y para mí el corazón es más importante que el cerebro. Mi amiga Elia me lo recordaba el otro día: “no paramos de pensar en hacer, cuando lo importante es ser”.

Confío en que el sol y la lluvia de los próximos meses, igual que al olmo viejo de Machado, hagan caer en la cuenta de que nunca es tarde para una nueva primavera.