A estas alturas del partido
todos/as tenemos una cosa muy clara. La Troika, constituida por el Fondo
Monetario Internacional (FMI), la Comisión Europea y el Banco Central Europeo
(BCE), manojo de fundamentalismo neoliberal, es quien ordena y manda en la Unión
Europea. Ha domesticado gobiernos (Irlanda, Portugal, España), los ha quitado y
puesto sin pasar por las urnas (Grecia, Italia), o los ha obligado a comerse
sus propias promesas electorales (la Grecia de Syriza).
He echado un vistazo al documento
“Cambiar España: 50 pasos para gobernar juntos” que ha servido de base para el
acuerdo de coalición electoral entre Podemos, IU-UP, Equo y otras fuerzas
políticas. El mismo contempla las “principales líneas de actuación del gobierno
de progreso y cambio” que aspiran a conducir estos partidos políticos tras el
26-J. Con todas las limitaciones de fondo y forma que se pueden señalar al mismo
es, de lejos, la mejor de las opciones electorales para construir una sociedad
más justa.
En un aspecto he centrado
especialmente mi atención. Un hipotético gobierno liderado por Unid@s Podemos,
¿cómo rompería el cerco con que la Troika tiene limitada la soberanía de los
países periféricos de la zona euro, entre ellos España, para hacer políticas
públicas a favor de la mayoría social?. ¿Cómo se podría superar el Pacto de
Estabilidad de la UE que deja un exiguo margen de maniobra a los gobiernos de
los países miembros más castigados por la crisis?.
El documento “Cambiar España”
señala explícitamente algunos puntos en esta dirección:
1) La lucha contra el fraude
fiscal.
2) Una reforma tributaria
progresiva.
3) Nueva senda de reducción del
déficit público coherente con las prioridades de nuestra economía, poniendo más
el énfasis en el aumento de los ingresos públicos que en la reducción de los
gastos. El objetivo del déficit público del 3% en España se cumpliría no en
2017 (como pretende la UE), sino en 2020, al final de la próxima legislatura.
4) La reforma del Pacto de
Estabilidad y Crecimiento de la UE.
5) La celebración de una Conferencia
Europea de la Deuda.
Avanzando en los puntos 1 y 2
(lucha contra el fraude y reforma tributaria progresiva), con las limitaciones muy
importantes derivadas de la existencia de paraísos fiscales y una competencia fiscal
atroz (para reducir impuestos) entre los propios países de la UE, es cierto que
se podría mejorar la recaudación impositiva, si bien de maneara modesta. Y en
todo caso, confiando que haya cierta recuperación económica, pues si retornamos
de nuevo a tasas de crecimiento bajas o negativas, los ingresos impositivos se estancarían
o reducirían y por este lado apenas habría margen.
Los puntos 3, 4 y 5 pasan por
entablar una negociación con la Troika, más Alemania en el papel de supervisor
de la ortodoxia, para hacerles caer en la cuenta que la austeridad ha sido un
rotundo fracaso y que lo que conviene a Europa para superar la crisis es una
expansión del gasto público con criterios sociales y ambientales, un Banco
Central Europeo presto a financiar directamente los déficits públicos de los
estados miembros, y una condonación de la deuda de aquellos países más
endeudados. Todos estos aspectos estuvieron sobre la mesa de negociación entre
Grecia y la Troika durante el primer semestre de 2015, y todos/as sabemos cómo
acabó la historia.
Syriza nunca planteó en la
negociación la posible salida del euro si la Troika no suavizaba las
condiciones del tercer rescate. Grecia claudicó tan pronto se cortaron las
líneas de financiación a su Gobierno y el Banco Central Europeo cerró el grifo
del crédito a los maltrechos bancos griegos dando lugar a un corralito
(imposibilidad para la ciudadanía de disponer libremente de sus depósitos en
los bancos).
Al hilo de un Plan B para Europa del
que tanto se habla en los últimos tiempos, creo que es importante establecer
dos vías sucesivas de acción, que transmitan a la Troika el mensaje de que
ahora se va en serio, hasta las últimas consecuencias:
Plan B1. Modificar el actual
marco institucional del euro y del Pacto de Estabilidad. Un Banco Central
Europeo al servicio (dependiente) de las políticas económicas, sociales y
ambientales definidas en las instituciones representativas de la soberanía
popular (Ayuntamientos, Parlamentos Autonómicos, Parlamentos Nacionales). Una
Comisión Europea (Gobierno Federal de la UE) con capacidad presupuestaria suficiente
(mucho mayor de la que tiene ahora), de manera que con sus políticas impositivas
y de gasto pueda revertir las desigualdades sociales y territoriales que asolan
la UE.
Plan B2. Si la UE no asume el
Plan B1, los países cuya ciudadanía está cargando injustamente con los costes
de la crisis deberían romper con el euro y con el Pacto de Estabilidad, no con
la propia UE. Ello permitiría recuperar la soberanía monetaria y presupuestaria
que han tenido los estados con anterioridad al Tratado de Maastricht de 1993, que
les posibilitaba gestionar las fases de inestabilidad económica con relativa
solvencia, sin injustas fracturas sociales.
Estas opciones sucesivas podrían plantearse
a través de una estrategia conjunta entre todos los países rescatados de la
zona euro (Irlanda, Grecia, Portugal y España) a la que podrían añadirse otros
como Francia que también están experimentando fuerte contestación social frente
a las políticas de recortes de derechos sociales.
Si a la Troika y al resto de
países miembros que defienden el fundamentalismo de la estabilidad
presupuestaria y la quiebra social (Alemania, Holanda, Austria, Luxemburgo, Finlandia)
no se les traslada la opción real de la salida del euro, y se les muestra un
plan claro para llevarla adelante, se tratará de una negociación desde la inferioridad
y la debilidad.
La Troika le tenía muchas ganas a
Syriza. Esperó a que llegara al gobierno y le hizo pasar por el aro. La Troika
le tiene muchas más ganas aún a Unid@s Podemos. El programa de Unid@s Podemos debería
recoger a las claras la ruptura con el euro, no por capricho, claro, sino en el
caso de que la intransigencia de la Troika se mantenga. En caso contrario, en
una negociación al respecto sin presentar una alternativa rompedora con el actual
orden de cosas, seremos un pelele en sus manos.
Uno es consciente de que plantear
a la sociedad española la posible ruptura con el euro y todo lo que lo rodea no
es tarea fácil, que requiere transparencia y pedagogía social. En cambio, creo
que es preferible a la alternativa: seguir a la deriva en una situación social
de emergencia, desigualdad y precariedad, con escasas posibilidades de acceder
al timón, o llevándonos la sorpresa de que una vez tomado éste se encuentra
bloqueado, sin apenas margen de maniobra.