lunes, 15 de enero de 2018

ESTADOS, GRANDES CORPORACIONES Y LÍMITES ECOLÓGICOS DEL PLANETA


James O`Connor (1973, pág. 176): “el seguro social, no es, básicamente, un seguro para los/as trabajadores/as, sino una especie de seguro para los/as capitalistas y las grandes compañías”.

El pasado mes de noviembre fallecía a los 87 años de edad James O`Connor, sociólogo y economista marxista, profesor de la Universidad de California-Santa Cruz, conocido por sus aportaciones en el ámbito de las finanzas públicas y de la crisis ecológica. Anticipó en los años 70 del pasado siglo dos tendencias que hasta la actualidad se vienen imponiendo con toda crudeza: el estado al servicio de las grandes corporaciones y la crisis de la civilización occidental a partir de los límites ecológicos del planeta.

Conocí a Jim O`Connor en un curso de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo de Valencia, en marzo de 1992. Disertó sobre “Economía política de la ecología en el capitalismo moderno y el movimiento internacional rojo-verde”. El curso llevaba por título “La sociología frente a la crisis ecológica” y lo dirigía el profesor Ernest García. Otros ponentes fueron Jesús Ibáñez, Josep Vicent Marqués y Joan Martínez Alier.

La principal aportación intelectual de O`Connor se conoce como la “segunda contradicción del capitalismo”: el crecimiento económico socava la base de los recursos naturales, atenta contra la vida humana en la Tierra y por ende, colapsa las propias condiciones de producción capitalistas. Con esta línea editorial, O`Connor fundó en 1988 la revista "Capitalism, Nature, Socialism: A Journal of Socialist Ecology” (“Capitalismo, Naturaleza, Socialismo: Una revista de Ecología Socialista”).

Su libro más conocido es “La crisis fiscal del estado” (1973). Oí hablar del mismo mientras estudiaba economía, y hace unos años pude leerlo con sosiego. Conviene tener presente la fecha de publicación de este libro, en el ocaso de las políticas keynesianas y socialdemócratas, muy cerca del advenimiento del neoliberalismo con Reagan y Thatcher, a punto de desencadenarse la primera crisis del petróleo.

Señalaba O`Connor que los “avances” capitalistas en el ámbito de la agricultura, los recursos naturales, la industria, la distribución comercial, las finanzas,…han empobrecido a amplias capas de la población y regiones del planeta. Y que el Estado, para que no se cuestione su función legitimadora, actúa mediante políticas sociales, redistribuyendo rentas.

Igualmente, apuntaba que las políticas sociales son el resultado del avance del capitalismo monopolista en una doble vertiente:

- Son un mecanismo de legitimación para compensar los desequilibrios de la acumulación capitalista (desigualdades crecientes) en una sociedad de suma-cero.

- Intentan crear una sensación de seguridad entre trabajadores/as, reforzando la disciplina.

Afirmaba que el sistema fiscal desempeñaba dos funciones principales:

- Permite al capital monopolista aumentar su renta y su riqueza, reforzando su posición dominante.

- Se apropia del capital de las pequeñas empresas y de la clase trabajadora, con el fin de hacer frente a los costes del capital social (capital físico, capital humano, gasto social).

O´Connor denominaba “crisis fiscal del estado” a la tendencia del gasto gubernamental a aumentar más rápidamente que los ingresos como consecuencia de las necesidades crecientes de ciudadanos/as y grupos de presión económicos que producen mayores demandas sobre el presupuesto estatal.

Y en la línea de las aportaciones de John Kenneth Galbraith, afirmaba que los grupos de interés se han apropiado de muchas parcelas del poder estatal mediante “múltiples relaciones estrechas con el Gobierno”, controlando la mayor parte de los organismos reguladores de ámbito federal, estatal y local, para garantizarse la mayor parte en el reparto del botín.

Todo un visionario Jim O’Connor.

Ya son más de 40 años de capitalismo de estado o corporativo. Mientras continúan los debates sobre otro estado presto a disciplinar la quimera acumuladora y extractivista del gran capital, no caemos en la cuenta de que la tarea es construir algo nuevo y distinto al estado en cuanto a forma de organización comunitaria de las gentes.