miércoles, 15 de junio de 2016

ECHANDO EN FALTA OTRA ECONOMÍA EN EL DEBATE ECONÓMICO ELECTORAL

Hace unos días tuvo lugar un debate electoral sobre economía entre PP (Luis de Guindos), PSOE (Jordi Sevilla), Ciudadanos (Luis Garicano) y Unid@s Podemos (Alberto Garzón). Cuatro participantes y dos discursos económicos. Alberto Garzón fue el fresco, necesario y urgente contrapunto al “más de lo mismo” de los otros tres participantes.
 
“Hay alternativas” era el título del libro que en octubre de 2011 publicó Alberto Garzón junto a Vicenç Navarro y Juan Torres. Ese libro fue utilizado como “escudo” en febrero de 2012 por los/as estudiantes del Instituto Lluis Vives en Valencia cuando los antidisturbios cargaron contra ellos/as por manifestarse contra los recortes en educación. La razón contra la barbarie y la sumisión.
Hace relativamente poco tiempo que Alberto Garzón pasó por las aulas de la Facultad de Economía. Seguro que nada de lo que propuso en el debate le sirvió para responder a exámenes y aprobar asignaturas. Hoy, en las Facultades de Economía y Administración y Dirección de Empresas, así como en el resto de escuelas y facultades donde la Economía y la Empresa entran en sus planes de estudio, se imparte fundamentalmente una visión de la economía y la empresa al servicio del desorden neoliberal:
- Las bondades de la concentración del capital en manos de grandísimas corporaciones transnacionales, frente a “lo pequeño es hermoso” que nos sugería Schumacher en la década de 1970.
- La superioridad de la gestión privada de los servicios básicos, frente a la “gestión pública o comunitaria” de los mismos.
- La maximización del beneficio monetario individual y empresarial como guía suprema que orienta la actividad de los agentes económicos, frente a principios como la “reducción de las desigualdades sociales y la conservación de la Naturaleza”.
Alberto Garzón y Unid@s Podemos no tienen ningún interés monetario privado asociado a las ideas económicas que defienden. Ello me inspira confianza. El resto de partidos, sus representantes y testaferros, están inmersos en una vorágine de intereses mezquinos entre lo público que aspiran a gobernar y los negocios privados de donde vienen y a donde van. A la luz de la experiencia reciente de casi 40 años de turnismo en el gobierno de España, ello me inspira desconfianza.
No hay color entre el programa económico de Unid@s Podemos y el resto de partidos que participaron en el debate. No obstante, eché en falta mucha más contundencia y concreción en lo que respecta a dos asuntos clave sobre los cuales el mensaje de Unid@s Podemos se me antoja demasiado tibio:
- ¿cómo superar el corsé de financiación pública limitada e insuficiente que la Unión Europea tiene establecido sobre todos los países periféricos de la zona euro, entre ellos España?,
- ¿cómo superar el objetivo acrítico del crecimiento económico que postulan todos los partidos y que conduce irremediablemente al colapso social y ecológico del planeta?.
Quizás hablar y pensar abiertamente sobre ambos asuntos y asumir que la forma de relacionarnos entre las personas y con la Naturaleza requiere un profundo cambio de principios, no proporcione votos al partido o coalición que los plantee. Pero sólo hablando y pensando contracorriente, desde la escuela hasta las plazas, es como podemos aspirar a un cambio que transcienda de formas más amables con los derechos sociales clásicos (empleo, pensiones, vivienda, educación, salud), que están bien, desde luego, para entrar a construir nuevas formas de organización comunitaria superadoras del crecimiento capitalista y de su estela de exclusión, precariedad y atentado permanente contra todas las formas de vida.

1 comentario:

Mario Plaza dijo...

Me ha parecido muy bien la entrada y estoy de acuerdo en que los aspectos determinantes son los que señalas al final. Tal vez el segundo ya esté ganado. Los que lo defienden siempre ocultan que sólo consideran válido el crecimiento si sirve al aumento de las desigualdades, y evitan los índices que lo evidencian.
Los caminos que parecen más prometedores serían aquellos que proponen combinar de alguna forma lo local con lo transestatal.
De todas formas habría que contar con las inercias sociológicas. Por ejemplo: ¿cuántos profesores de tu Facultad compartirían el diagnóstico? Y aunque fueran suficientes, ¿podrían dirigir en esa dirección, no ya la actividad profesional posterior de vuestros estudiantes, sino la simple la práctica docente?
Parece que es lo de siempre: cuanto mejor se comprende la sociedad, la economía en particular, más difícil resulta ser útil según los criterios de esa sociedad.