El próximo martes 9 de febrero, a las 19 horas en el Salón de
Actos de la Facultad de Farmacia de Albacete, el profesor de Ciencia Política
de la Universidad Autónoma de Madrid, Carlos Taibo Arias, impartirá una
conferencia.
Organizada por la Universidad de Castilla-La Mancha, con la
colaboración de Ecologistas en Acción, ATTAC y la Plataforma contra el TTIP de Albacete,
en dicho acto se presentará el libro que el profesor Taibo ha publicado
recientemente y que lleva por título “Para entender el TTIP. Una visión crítica
del Acuerdo Transatlántico de Comercio e Inversiones entre EE.UU y la UE”.
La corriente económica dominante hoy en día, basándose en
determinadas interpretaciones de los planteamientos de economistas pioneros
como Adam Smith, asocia directamente la liberalización y desregulación del
comercio internacional como la mejor vía para alcanzar una mejora del bienestar
social global.
Nada más lejos de la realidad. La lectura sosegada y contextualizada
de Smith, profesor de Filosofía Moral en la Universidad de Glasgow a mediados
del siglo XVIII, nos lleva a otras conclusiones al respecto.
En las Lecciones de
Jurisprudencia, que Adam Smith dictó en la Universidad de Glasgow durante
el curso 1763-64, el autor escocés apuntaba:
“Las leyes y el gobierno pueden ser considerados…, en todos los
casos, como una coalición de los ricos para oprimir a los pobres y mantener en
su provecho la desigualdad de bienes que, de otra forma, no tardaría en ser
destruida por los ataques de los pobres”.
En lo que respecta a la
regulación del comercio internacional, el propio Smith era absolutamente
contundente:
“…aquellos que tienen el mayor interés
en defraudar y en imponerse al público son los que con frecuencia dictan la
regulación del comercio” (1785).
La reglamentación del comercio “siempre es
un engaño, mediante el que los intereses del estado y de la nación se
sacrifican en beneficio de una clase particular de comerciantes” (1783).
Incluso en su obra más
conocida, La riqueza de las naciones (1776),
Smith escribía párrafos como los siguientes:
“Cualquier
propuesta de una nueva ley o regulación
comercial que venga de esta categoría de personas (los empresarios) debe
siempre ser considerada con la máxima precaución, y nunca debe ser adoptada
sino después de una investigación prolongada y cuidadosa, desarrollada no sólo
con la atención más escrupulosa, sino también con el máximo recelo.
Porque
provendrá de una clase de hombres cuyos intereses nunca coinciden exactamente
con los de la sociedad, que tienen generalmente un interés en engañar e incluso
oprimir a la comunidad, y que de hecho la han engañado y oprimido en numerosas
oportunidades”.
El economista estadounidense,
John Kenneth Galbraith, en su libro Memorias
de un liberal impenitente (1973), actualiza las precauciones señaladas por
Smith poniéndolas en relación con las grandes corporaciones que hace ya más de
40 años comenzaban a gobernar el mundo:
“…la corporación moderna controla los precios
y los costes, organiza a los proveedores, persuade a los consumidores, guía al
Pentágono, configura la opinión pública, soborna a los políticos y es, de otras
maneras, una influencia dominante en el Estado”
“Lo
que necesita (la gran corporación) en materia de investigación y desarrollo,
obras públicas, apoyo financiero de emergencia, socialismo cuando las ganancias
dejan de ser probables, se transforma en política pública. Sus intereses
tienden a convertirse en interés público”.
Esas mismas corporaciones son
las que están redactando ahora el TTIP, las que pretenden hacernos pasar como
intereses generales lo que no son más que intereses particulares. Y lo peor de
todo es que los gobiernos de los países afectados a un lado y otro del
Atlántico están del lado del gran capital.
La Troika ya ha marcado el camino
a los países rescatados de la Eurozona. Todos los países miembros de la Unión
Europea han aceptado con más o menos entusiasmo o resignación el
establecimiento de restricciones tajantes en materia de objetivos e
instrumentos macroeconómicos internos (déficit y deuda pública, inflación, condiciones laborales, políticas
sociales, soberanía monetaria).
Ahora es el turno de la
política comercial exterior. Y si no fuera suficiente con las normas marcadas
por la Organización Mundial de Comercio, el TTIP pretende seguir dando vueltas
de tuerca para mayor gloria de las cuentas de resultados de las grandes
corporaciones.
¿Podrá ser el TTIP objeto de rectificación
en las negociaciones que el PSOE está comenzando para intentar formar gobierno
en España? Hasta la fecha PP, PSOE, C’s y la Comisión Europea están a favor del
TTIP. PODEMOS y UP en contra. La experiencia reciente en la Unión Europea, que
obliga a asumir como una restricción de obligado cumplimiento las directrices
marcadas por la Comisión, nos muestra un escenario donde no hay lugar para la
democracia, tan solo para siervos/as.
NOTA: Las citas literales de
Smith y Galbraith han sido extraídas de algunos trabajos del profesor Federico
Aguilera Klink.
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