La vida es desaprender. Olvidar todo aquello
que un día nos contaron y que luego descubrimos que no nos servía. Ni para
cultivar sonrisas, ni para soñar, ni para desterrar miedos.
Si no desaprendemos, repetimos errores, y como
la paloma que se equivocaba, confundimos el mar con el cielo, la noche con la
mañana y las estrellas con el rocío.
1.
NOS DIJERON
Que para conseguir la prosperidad debíamos
poner todo nuestro empeño en modernizar nuestras sociedades.
Que si la producción y el consumo crecían
constantemente, no debíamos preocuparnos por nada más, que todo lo que viniera
tras su estela sería bueno sin discusión. Que más siempre es mejor.
Que desde la tierra fértil de nuestros campos
hasta las entrañas de la Tierra, todo había que convertirlo en beneficio
monetario.
2.
HEMOS DESCUBIERTO
Que nos faltan saberes y nos sobran mentiras, y
que siguiendo a Edgar Morin (Los siete
saberes necesarios para la educación del futuro, 2001, Paidós), tenemos que
cambiar la vía de la economía del futuro.
2.1.
Las cegueras de la economía convencional
Un sistema económico y social que se reproduce
a través de la esquilmación de la Naturaleza y de la ampliación de la brecha de
la desigualdad entre las personas y los pueblos, está enfermo. Genera daño,
frustración y niega el futuro. Vive instalado en la ilusión de que nuevas
vueltas a la tuerca del crecimiento van a ser el remedio a todos sus males.
Cada vez más gente cae en la cuenta de esta
falacia, y se debate entre creerse sus propias mentiras o la búsqueda de la
lucidez, aunque sea por los márgenes de nuevas formas de ser y estar.
La minería de las tierras raras no es un
recurso para el futuro del Campo de Montiel, sino una ilusión más del
desarrollismo capitalista que busca convertirlo todo en beneficios. En el
actual contexto del capitalismo terminal, corresponde liquidar la vorágine desenfrenada
de producción y consumo que nos ha traído hasta aquí, basada en actividades
extractivas de recursos materiales y energéticos no renovables. Por esta vía ya
no hay futuro.
2.2.
Los principios de una economía pertinente
Lo que ocurre en cada uno de los rincones de
este mundo no es fruto de la casualidad ni de un mercado autorregulado. Todo
está perfectamente planificado por el capital financiero-industrial para que
parezca fruto de un devenir natural. La soberanía del consumidor en que se basa
la economía convencional es un mito. Si hay que hablar de soberanía, en todo
caso sería la del capital transnacional que define e impone gustos y
estrategias para mayor gloria de su cuenta de resultados.
El reduccionismo monetario a través del cual se
dilucidan las decisiones de inversión especulativa a lo largo y ancho del
planeta, no tiene ningún interés en tener en cuenta los daños para la
colectividad que se derivan de determinadas actividades económicas.
Es preciso contextualizar la minería de tierras
raras como recurso estratégico en la fase actual del capitalismo, que utiliza
de manera precisa las nuevas tecnologías de la información y la comunicación
(TIC) para domesticar y manipular a la ciudadanía. Un libro de papel, hoy más
que nunca, es un elemento subversivo desenganchado del control de los
buscadores de internet. Las tierras raras son imprescindibles para el futuro
que Orwell ya anticipaba en su libro 1984,
una distopía de vigilancias omnipresentes, de policías del pensamiento y de
neolenguas represivas.
Las inteligencias artificiales, y todos los
recursos estratégicos y tecnologías que van de su mano, no deben convertirse en
carceleros de los seres humanos, ni llegar a ser el próximo estadio de una
sociedad que hoy ya está subyugada por el pensamiento tecnocrático, “incapaz de
comprender lo vivo y lo humano”.
“Por todas partes y durante décadas,
soluciones presuntamente racionales, sugeridas por expertos que estaban convencidos
de actuar en bien de la razón y del progreso, y de que entre las costumbres y
temores de las poblaciones sólo había supersticiones, han empobrecido al
enriquecer, han destruido al crear” (Morin, 2001, 53-54).
1.3.
Enseñar una economía humana
Nuestra cultura es nuestra conciencia.
Generaciones que nos han precedido han logrado conseguir de la tierra, con
esfuerzo pero en armonía, los frutos que nos permiten la vida. Hoy, el sistema
capitalista nos ha desarraigado y convertido en extraños que desconocen,
incluso desprecian, lo más íntimo de lo que nos rodea.
“la
evolución verdaderamente humana significa desarrollo conjunto de la autonomía
individual, de la participación comunitaria y del sentido de pertenencia a la
especie humana” (Morin, 2001, 66).
Lo económico no es ni la única ni la principal
motivación de las personas. Somos un manojo de razones, egoísmos, quimeras,
seguridades y pérdidas. Todo ello ponderado o exacerbado por culturas locales
en el seno de una especie única.
La minería de tierras raras no nos une al resto
del mundo por su humanidad igualitaria, sino por una dependencia periférica,
que ni entendemos ni controlamos. Puede que sea negocio para unas cuantas
grandes empresas, pero no es futuro para la humanidad.
2.4.
Economía y territorio
La extensión y la grandeza del mundo no debe hacernos
olvidar la dependencia radical de nuestros espacios más cercanos y frágiles. El
mundo del comercio global a gran escala está llegando a su fin, tanto por sus
contradicciones sociales (la deslocalización industrial genera precariedad y
marginación en ambos extremos de la cadena) como ambientales (por basarse en el
consumo de recursos naturales energéticos que están en franco agotamiento).
Toca relocalizar nuestras economías y hacerlas
más eficientes en términos energéticos y sociales, verdaderos factores
limitantes del actual estilo de vida capitalista.
“El planeta no es un sistema global sino
un torbellino en movimiento, desprovisto de centro organizador. Este planeta
pide un pensamiento policéntrico capaz de un universalismo no abstracto sino
consciente de la unidad-diversidad de la condición humana; un pensamiento
policéntrico, alimentado con las culturas del mundo” (Morin, 2001, 77).
La minería de las tierras raras no favorece una “ética de la comprensión planetaria”, que comienza por el cuidado de nuestro entorno más cercano. Lo que no queremos para nosotros/as, no lo deseamos para nadie y no lo deberíamos apoyar de ninguna manera, ni siquiera con nuestras decisiones de consumo.
2.5.
La economía debe afrontar las incertidumbres
La ciencia económica convencional no se
caracteriza por su capacidad predictiva. No obstante, los modelos que desde
otros ámbitos distintos a la economía tratan de prever las disponibilidades de
recursos materiales y energéticos en el futuro, son todos concluyentes en
cuanto a su agotamiento acelerado. Un futuro cierto en cuanto al colapso
civilizatorio, e incierto respecto a los derroteros respecto al postcolapso.
Impulsar nuevas formas de organización
económica y social, más centradas en lo comunitario, reduciendo el protagonismo
del supuesto mercado autorregulado (mejor diríamos mercado planificado), hoy
puede parecer una quimera. No obstante, ello ya tuvo lugar en un pasado no tan
remoto, y como impronta cultural exitosa de adaptación a nuestro medio, puede
volver a ser realidad en el futuro, si se superan autoritarismos y despotismos.
La explotación de las tierras raras, en la línea
de negocios mineros similares en otras partes del mundo, se llevaría a cabo a
costa del respeto a la vida que nos rodea, y por ello mismo, depararía más
incertidumbre sobre nuestro futuro al reducir las opciones a nuestra
disposición para afrontarlo.
2.6.
La economía de la comprensión
No comprendemos nada cuando imponemos nuestra
verdad, cuando no respetamos la voluntad de otras personas que desean otro
estilo de vida.
No vale aquello de que ciertas decisiones son
muy complejas, y necesitan ser tomadas exclusivamente por expertos de acuerdo
con criterios técnicos. Y que la ciudadanía, por tanto, debe conformarse con
ser espectadora, presta a obedecer lo que en ciertas instancias se haya
acordado. “Nada humano me es ajeno”
que diría Terencio, lo que traducido al caso que nos ocupa supondría velar para
que la democracia de alta intensidad, de autogestión y acción directa, se
imponga en todos los aspectos de la vida comunitaria.
Las tierras raras nos las tienen que presentar
sin tapujos, para que podamos descubrir lo que de oculto hay en ellas. Y si
quienes las promueven en los ámbitos empresarial y político se niegan a ello o
lo hacen con dobleces, no podemos por menos que dudar de las bondades que nos
cuentan.
2.7.
La economía del género humano
Nuestra visión de la economía debe de ir más
allá de nuestros intereses más inmediatos como individuos y como sociedad, para
abarcar a todo el género humano. No nos valen los argumentos que apuestan por
la explotación de la minería de las tierras raras porque dichos minerales son
básicos para la fabricación de modernos artefactos tecnológicos propios de
nuestra sociedad. Ningún desarrollo tecnológico debe tener lugar si deja una
estela de graves daños al medio ambiente y a las personas. El fin nunca puede justificar
los medios.
3.
DE MENTIRAS A SABERES
Las actividades mineras desarrolladas por
grandes compañías multinacionales a lo largo y ancho del mundo, son de pura y
simple rapiña. De apropiación y conversión en beneficios privados de lo que
debiera ser objeto de gestión y uso comunitario.
Las supuestas virtudes del extractivismo forman
parte de un relato falso e interesado, al servicio de los poderes financieros,
que con la continua apropiación de recursos básicos consiguen mantener sus
privilegios aumentando el control sobre la vida de la gente.
Toca perseguir sólo sueños cargados de futuro
para la humanidad. De respeto a las leyes de la biosfera y al conjunto de seres
vivos, porque es ahí donde tiene lugar la vida humana. La Tierra y mil formas
de vida estuvieron antes de la aparición de los seres humanos sobre su faz, y
estarán después de que el colapso condene a la especie humana a su desaparición
o a sobrevivir.
Con lo que sabemos merece la pena luchar, para
saber más, para cuidar más.
3 comentarios:
Creo que es un articulo precioso, que nos acerca a esos saberes que nos faltan.
La boca de la mina ,despanzurrada, siempre me parecio la imagen mas grafica de la depredacion mineral y la rapiña de lo profundo.
Gracias Goyo
Me ha parecido un gran artículo, de los que dicen verdades como puños. Comparto totalmente las ideas que se comentan. Recomendable para todos los que perseguimos "sueños cargados de futuro para la humanidad. Los que respetamos las leyes de la biosfera y al conjunto de seres vivos, porque es ahí donde tiene lugar la vida humana". Enhorabuena.
Pues nada, si tan malas son las TIC y todo lo que conllevan, igual lo suyo sería abandonar los ordenadores y volver a las imprentas (o a los manuscritos) xD
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