Desde hace varios meses a esta parte, la crisis sistémica a la que estamos asistiendo (ambiental, alimentaria, energética, migratoria, financiera) está llevando a convocar “cumbres” entre países para atajarla.
Hay que señalar que no han sido las graves crisis endémicas que asolan el planeta, cebadas con los más empobrecidos las que han dado la voz de alarma. Por el contrario, el detonante ha sido la crisis financiera más reciente, la que toca a los bolsillos de los más enriquecidos y poderosos.
Pero bueno, ya que por fin se ha decidido hablar sobre ello, no debemos perder la oportunidad para que:
- La cumbre que se propone sea mundial, donde estén presentes todos los pueblos de la Tierra.
- El tema estrella no sea sólo lo que toca a las finanzas, sino todo lo que tiene que ver con el deterioro ecológico, la soberanía alimentaria, el cambio de modelo energético y los flujos migratorios.
Hay que señalar que no han sido las graves crisis endémicas que asolan el planeta, cebadas con los más empobrecidos las que han dado la voz de alarma. Por el contrario, el detonante ha sido la crisis financiera más reciente, la que toca a los bolsillos de los más enriquecidos y poderosos.
Pero bueno, ya que por fin se ha decidido hablar sobre ello, no debemos perder la oportunidad para que:
- La cumbre que se propone sea mundial, donde estén presentes todos los pueblos de la Tierra.
- El tema estrella no sea sólo lo que toca a las finanzas, sino todo lo que tiene que ver con el deterioro ecológico, la soberanía alimentaria, el cambio de modelo energético y los flujos migratorios.
- Para que términos como "refundación o reforma" del sistema capitalista sean superados por otros más adecuados como "demolición del sistema capitalista y posterior impulso de formas emergentes de participación ciudadana en el seno de sistemas políticos democráticos de alta intensidad".
De otra manera, estaríamos arrinconando aquellos problemas que son especialmente sentidos y sufridos por la mayor parte de la población de este planeta, que además es la más empobrecida y humillada por las reglas del juego y las acciones del Norte político.
Por eso, cuando España está pugnando por “ser invitada” a los clubes selectos de los G-8 y G-20 (auspiciados por Estados Unidos, la potencia militar y económica que ha favorecido el actual colapso), no está ayudando para nada a ordenar el actual “desorden mundial”, al contrario, está apostando porque las nuevas reglas del juego que van a afectar a todos los hombres y mujeres de este planeta sean dictadas por los poderosos.
A continuación pongo un texto con propuestas que están circulando por Internet a favor de planteamientos incluyentes en este sentido.
De otra manera, estaríamos arrinconando aquellos problemas que son especialmente sentidos y sufridos por la mayor parte de la población de este planeta, que además es la más empobrecida y humillada por las reglas del juego y las acciones del Norte político.
Por eso, cuando España está pugnando por “ser invitada” a los clubes selectos de los G-8 y G-20 (auspiciados por Estados Unidos, la potencia militar y económica que ha favorecido el actual colapso), no está ayudando para nada a ordenar el actual “desorden mundial”, al contrario, está apostando porque las nuevas reglas del juego que van a afectar a todos los hombres y mujeres de este planeta sean dictadas por los poderosos.
A continuación pongo un texto con propuestas que están circulando por Internet a favor de planteamientos incluyentes en este sentido.
Declaración sobre la propuesta de una "Cumbre Global" para reformar el sistema financiero internacional
Antecedentes
En los últimos meses se ha visto una de las crisis financieras más significativas de la historia de Norte América y Europa. La respuesta fue igual de histórica. Para evitar recesiones regionales y globales y restablecer la estabilidad y la confianza en el mercado, los gobiernos del Norte están llevando a cabo un programa masivo sin precedentes de intervención gubernamental y nacionalización de bancos, inyección generalizada de subsidios a instituciones en crisis y la re-regulación de sus sectores financieros.
Esta respuesta contrasta directamente con las austeras políticas neoliberales que se le vienen imponiendo a los países en desarrollo por parte del Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y los países desarrollados durante los últimos treinta años. Los gobiernos fueron forzados a liberalizar las barreras comerciales, desregular los mercados financieros y laborales, privatizar las industrias nacionales, abolir los subsidios y reducir el gasto social y económico. El estado vio drásticamente reducido su rol.
Este doble estándar no solamente es inaceptable, sino que también es una señal de la desaparición del fundamentalismo del libre mercado. El sistema financiero internacional, su arquitectura e instituciones han sido sobrepasados totalmente por la magnitud de la actual crisis financiera y económica. El sistema financiero, su arquitectura e instituciones deben ser completamente replanteados. Una verdadera respuesta global a una crisis global
En las últimas semanas, dirigentes mundiales han reconocido las deficiencias del sistema actual y manifestado la necesidad de reunirse para abordar un conjunto más amplio de propuestas para reformar el sistema financiero mundial y sus instituciones. Es, por supuesto, imprescindible llegar a un acuerdo sobre medidas inmediatas para hacer frente a la crisis, y hacemos hincapié en que debe darse prioridad a los impactos sobre los empleados y trabajadores comunes, a los hogares de bajos ingresos, jubilados y otros sectores muy vulnerables. Pero nos preocupa profundamente que las reuniones propuestas se lleven a cabo de una forma apresurada y no incluyente, y que por lo tanto no aborden la amplia gama de cambios necesarios ni asignen equitativamente la carga de los mismos.
Aunque la crisis se originó en países del Norte, los impactos serán probablemente mayores en los países en desarrollo. Por lo tanto, es fundamental que todos los países tengan voz en el proceso de cambio de la arquitectura financiera internacional. Soluciones no equitativas ni sustentables para transformar el actual sistema serían el resultado de una conferencia preparada con urgencia y que excluye a muchos países y a la sociedad civil. Esos esfuerzos pueden socavar de hecho aun más la confianza pública y limitar a los países que ya están optando por soluciones regionales por sobre un sistema financiero internacional más fuerte, más coherente y más justo. Nuestras demandas – tiempo para repensar a fondo
Nosotros, las organizaciones de la sociedad civil abajo firmantes, apoyamos una transformación imprescindible y de largo alcance del sistema económico y financiero internacional. Para servir a este fin, apoyamos una conferencia internacional convocada por las Naciones Unidas para examinar la arquitectura financiera y monetaria, sus instituciones y su gobierno, pero solamente si la reunión se compromete en un proceso que:
1. Es incluyente y da participación a todos los gobiernos del mundo; 2. Incluye a representantes de la sociedad civil, a grupos ciudadanos, movimientos sociales y otras partes interesadas;
3. Tiene un calendario claro y un proceso de consultas regionales, en particular con quienes son más afectados por la crisis;
4. Es amplio en su alcance, encarando toda la gama de temas e instituciones; 5. Es transparente, con propuestas y proyectos de documentos puestos a disposición del público y discutidos antes de la reunión.
Debe hacerse pleno uso del nuevo grupo de trabajo de las Naciones Unidas sobre el sistema de financiación mundial, la próxima reunión sobre Financiación para el Desarrollo y otras instancias de la ONU para preparar esa reunión mundial.
No existen soluciones rápidas en la transición del sistema actual –que ha fomentado la inestabilidad y la inequidad- hacia otro justo, sostenible y responsable que genere beneficios para la mayoría de los pueblos del mundo.
Antecedentes
En los últimos meses se ha visto una de las crisis financieras más significativas de la historia de Norte América y Europa. La respuesta fue igual de histórica. Para evitar recesiones regionales y globales y restablecer la estabilidad y la confianza en el mercado, los gobiernos del Norte están llevando a cabo un programa masivo sin precedentes de intervención gubernamental y nacionalización de bancos, inyección generalizada de subsidios a instituciones en crisis y la re-regulación de sus sectores financieros.
Esta respuesta contrasta directamente con las austeras políticas neoliberales que se le vienen imponiendo a los países en desarrollo por parte del Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y los países desarrollados durante los últimos treinta años. Los gobiernos fueron forzados a liberalizar las barreras comerciales, desregular los mercados financieros y laborales, privatizar las industrias nacionales, abolir los subsidios y reducir el gasto social y económico. El estado vio drásticamente reducido su rol.
Este doble estándar no solamente es inaceptable, sino que también es una señal de la desaparición del fundamentalismo del libre mercado. El sistema financiero internacional, su arquitectura e instituciones han sido sobrepasados totalmente por la magnitud de la actual crisis financiera y económica. El sistema financiero, su arquitectura e instituciones deben ser completamente replanteados. Una verdadera respuesta global a una crisis global
En las últimas semanas, dirigentes mundiales han reconocido las deficiencias del sistema actual y manifestado la necesidad de reunirse para abordar un conjunto más amplio de propuestas para reformar el sistema financiero mundial y sus instituciones. Es, por supuesto, imprescindible llegar a un acuerdo sobre medidas inmediatas para hacer frente a la crisis, y hacemos hincapié en que debe darse prioridad a los impactos sobre los empleados y trabajadores comunes, a los hogares de bajos ingresos, jubilados y otros sectores muy vulnerables. Pero nos preocupa profundamente que las reuniones propuestas se lleven a cabo de una forma apresurada y no incluyente, y que por lo tanto no aborden la amplia gama de cambios necesarios ni asignen equitativamente la carga de los mismos.
Aunque la crisis se originó en países del Norte, los impactos serán probablemente mayores en los países en desarrollo. Por lo tanto, es fundamental que todos los países tengan voz en el proceso de cambio de la arquitectura financiera internacional. Soluciones no equitativas ni sustentables para transformar el actual sistema serían el resultado de una conferencia preparada con urgencia y que excluye a muchos países y a la sociedad civil. Esos esfuerzos pueden socavar de hecho aun más la confianza pública y limitar a los países que ya están optando por soluciones regionales por sobre un sistema financiero internacional más fuerte, más coherente y más justo. Nuestras demandas – tiempo para repensar a fondo
Nosotros, las organizaciones de la sociedad civil abajo firmantes, apoyamos una transformación imprescindible y de largo alcance del sistema económico y financiero internacional. Para servir a este fin, apoyamos una conferencia internacional convocada por las Naciones Unidas para examinar la arquitectura financiera y monetaria, sus instituciones y su gobierno, pero solamente si la reunión se compromete en un proceso que:
1. Es incluyente y da participación a todos los gobiernos del mundo; 2. Incluye a representantes de la sociedad civil, a grupos ciudadanos, movimientos sociales y otras partes interesadas;
3. Tiene un calendario claro y un proceso de consultas regionales, en particular con quienes son más afectados por la crisis;
4. Es amplio en su alcance, encarando toda la gama de temas e instituciones; 5. Es transparente, con propuestas y proyectos de documentos puestos a disposición del público y discutidos antes de la reunión.
Debe hacerse pleno uso del nuevo grupo de trabajo de las Naciones Unidas sobre el sistema de financiación mundial, la próxima reunión sobre Financiación para el Desarrollo y otras instancias de la ONU para preparar esa reunión mundial.
No existen soluciones rápidas en la transición del sistema actual –que ha fomentado la inestabilidad y la inequidad- hacia otro justo, sostenible y responsable que genere beneficios para la mayoría de los pueblos del mundo.
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