jueves, 24 de julio de 2008

VIAJE A PETÉN (GUATEMALA) II

12-7-2008
El mercado de Santa Elena es un caos de color, olor y bullicio, donde se mezclan las tiendas fijas con las ambulantes a la intemperie. Lo pasee de arriba abajo unas 3 veces… y me reía pensando que algún veterinario de salud pública de España si se diera una vuelta por aquí, entraría en cólera, o por el contrario se liaría la manta a la cabeza.
(…) Y es que, la violencia en este pueblo no deja de sorprenderle a uno. A eso de las 18,30 horas tomo el tuc-tuc (pues a las 19 horas, que ya es de noche, dejan de hacer servicio). A medio camino me llama la atención ver un montón de gente en círculo y en medio unos perros riñendo. Pensé que era una pelea de perros preparada…pues no, lo de los perros era casual. Estaban congregados frente a la puerta de una casa donde hacia dos horas habían entrado unos encapuchados (supuestamente de limpieza social paraestatal), y habían baleado y asesinado a 4 mareros (2 hombres y sus 2 compañeras). Mareros son miembros de bandas juveniles organizadas que se dedican a la delincuencia (…) A esto, desgraciadamente, la gente puede llegar a acostumbrarse, y lo que es peor, a que el miedo paralice toda acción en pos de la paz. Cuando el miedo nos paraliza, nuestro cuerpo puede estar vivo, pero nuestra alma está muerta.
Por la noche voy a cenar con unos amigos a la Isla de Flores, y luego damos un paseo por allá. La Isla es un reducto del turismo, llena de hoteles y restaurantes, segura en cuanto a delincuencia. Los turistas son advertidos de que sus paseos deben ir del aeropuerto internacional Mundo Maya a las ruinas de Tikal y a la isla de Flores, sin pisar Santa Elena y San Benito. Y es cierto, en mis caminatas por estos últimos pueblos, apenas si encontré algún turista perdido por ahí. Lo de siempre, dos mundos juntos pero separados por el miedo y por el poder del dinero. Al turista poco le importa mezclarse y conocer la realidad de la gente de la tierra donde viene, tan sólo ver lo exótico que le han preparado, perdiéndose lo mejor, la dignidad y la valentía de tanta gente que día a día lucha por seguir adelante en las condiciones más duras,… auténticos campeones de la vida.
A las 10 de la noche llego a casa a dormir, y me pongo a leer un libro que llevo a medias (Tirano banderas, de Valle Inclán). Justo ayer terminé de leer la última novela de mi amigo Ramón de Aguilar, Mariscada de sardinas.

13-7-2008
A las 14 horas vamos de “paseo”, es decir, a dar una vuelta por ahí. Nos acercamos a casa de Elsa y Estela (hermanas Bethlemitas) en la aldea de Las Cruces (La Libertad). A Elsa la conocí en el Hogar Niña María (Mariquita, Colombia), en el viaje que adoptamos a mi hija Angélica. Nos enseñan su casa, un patio bonito, bien ordenado, aunque muy humilde, y nos preparan una “refa” (es decir, una refacción o merienda) de café, piña y bizcocho. Todo muy bueno. Después nos vamos a Sayaxché donde atravesamos el río Pasión en un remolcador, que cruza a las personas y a los coches y damos un paseo por allá.

15-7-2008
Esta mañana fui con Julián a El Chal, donde viven Ángel y Alfonso, aunque a este último no lo pudimos ver, ya que está de vacaciones por España.
Ángel fue cura en Nerpio, y yo lo conocía de cuando estuvo en Alcalá del Júcar, pues era de los asiduos a las reuniones del Movimiento Rural Cristiano. Lleva casi 10 meses viviendo acá de una manera muy especial. Cría cabras y conejos, así como una pequeña huerta donde tiene absolutamente de todas las hortalizas habidas y por haber. La experiencia especial ha sido cuando se ha puesto a ordeñar a las cabras en un cacharro de hojalata, después le ha dado tres hervores a la leche y finalmente nos ha dado unas magdalenas de acá para mojar. La leche estaba exquisita, directa de la cabra al vaso, sin tetrabriks ni botellas por medio, sin conservantes de ningún tipo, completamente natural.

19-7-2008
Por la tarde, a las 15 horas llego a mi casa, al barrio de La Candelaria, y decido ponerme el pantalón corto, las chanclas y darme un paseo a conocerlo más tranquilamente. Por donde paso, los guachos se quedan mirando, unos se ríen, otros me dicen…y otros se ponen a llorar sin parar cuando les tomo una foto. Tanto lloran y salen corriendo a su casa, que me toca ir detrás para disculparme ante sus mamás diciéndoles que lo siento, que no era mi intención molestarles. Es la primera vez que me ocurre. El barrio es salvaje, desperdigado, vegetación por todas partes y aguas residuales por doquier. Termino el recorrido en el patio de la escuela, donde unos jóvenes y niños se preparan para jugar un partido de fútbol con un señor mayor, hondureño, que hace de entrenador. Hablamos largo y tendido de fútbol, de la facilidad o dificultad para ir a España,…

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hasta hoy, 31 de julio (te imagino ya en el viaje de regreso), no he podido leer estos fragmentos de tu diario en Guatemala... pero ya espero con impaciencia su continuación y, por supuesto, oírtelo contar una noche de éstas, sentados al fresco en tu patio o mi terraza.
Ramón