En las modernas economías de
mercado, la planificación cumple un papel más relevante aún que en los sistemas
económicos de tipo soviético. Nada se deja al libre juego de la oferta y la
demanda. Todo es dirigido por el gran capital transnacional, y los gobiernos,
la mayoría de las veces, son simples ejecutores de sus planes.
Se nos machaca con la idea de que
el desarrollo económico de los territorios pasa por abrir las puertas de par en
par y extender la alfombra roja a proyectos respaldados por grandes grupos
transnacionales. Proyectos que exigen para sí mismos las mejores condiciones, o
lo que es lo mismo, las peores para la mayor parte de la gente (precariedad
laboral) y la Naturaleza (deterioro ambiental). Y si no se le ofrecen, buscan
otro lugar para invertir y maximizar beneficios. Porque en la globalización
siempre puedes encontrar a alguien más empobrecido/a que acepte las condiciones
del capital.
En Castilla-La Mancha llevamos
décadas en esta dinámica propia de territorios dependientes y al servicio de
las ansias de acumulación del capital financiero. Su actual gobierno, así como
buena parte de su sociedad civil, no levantan la cabeza para imaginar el futuro
desolador que se vislumbra con este modelo de desarrollo, depredador de recursos
naturales y alienante para la gente.
Sólo en aquellos casos donde ha
habido movilización y protesta social intensa, se han conseguido frenar estas
políticas dañinas para la gente y la naturaleza. Y siempre cuando se ha tratado
de proyectos “concentrados” en determinados espacios. Es el caso de la
oposición a la minería de tierras raras en el Campo de Montiel, al cementerio
nuclear de Villar de Cañas y al fracking o
fractura hidráulica para la extracción de hidrocarburos no convencionales.
En cambio, en otros muchos casos,
las políticas extractivistas de recursos naturales siguen campando a sus anchas
de manera difusa por todo el territorio, contando con el apoyo decidido de las
administraciones públicas competentes. Aquí cabe citar el apoyo explícito del
Gobierno de Castilla-La Mancha a:
- las macrogranjas de porcino y
de otras especies animales, al servicio del lobby
de la industria cárnica, que amasa beneficios a costa del maltrato animal y del
deterioro ambiental;
- la agricultura intensiva en el uso
de fertilizantes, pesticidas y recursos energéticos no renovables tanto en
secano como en regadío;
- la sobreexplotación a nuestro
cargo de las propias aguas subterráneas y superficiales, que esquilma cauces y
manantiales, que no es menor al agua que “nos roban” otras comunidades;
- la industria bélica de
producción y adiestramiento en armas para matar a personas inocentes;
- las plataformas logísticas de
las nuevas multinacionales de la distribución comercial a través de internet,
para las que no existen personas trabajadoras, sino mano de obra de usar y
tirar;
- el despoblamiento salvaje de
buena parte del territorio castellano-manchego, incentivando las políticas de
éxodo rural iniciadas con el desarrollismo de la dictadura, porque ya no interesan
personas unidas a la tierra, sino consumidores/as en entornos urbanos,
desarraigados/as, a pie de centro comercial.
Sólo conservando el agua y la
tierra, haciendo un uso cuidadoso de estos recursos, mañana habrá vida aquí. Al
capital que sólo busca maximizar beneficios, esto le da igual. Sólo piensan en
el corto plazo, y nada más. A quienes vivimos aquí, y queremos que nuestros/as
nietos/as lo sigan haciendo, no debería darnos igual. Sólo la movilización
social frena las políticas que no piensan en la gente ni en la vida.
En una tierra viva, las
organizaciones comunitarias y/o políticas pueden luchar contra la precariedad laboral,
el desempleo, la desigualdad aberrante, las diferentes formas de violencia, el
patriarcado, la corrupción, la dictadura de los mercados, la democracia de
cartón-piedra, la producción de alimentos,… En una tierra envenenada y
moribunda sólo hay un horizonte: el de la emigración.
4 comentarios:
Excelente, Gregorio. Ponderado y oportuno. Una exhortación al trabajo común. Muchas gracias.
Y lo que nos queda por ver Gregorio. Esta realidad que explicas tan bien es extrapolable a todo el pais Todo vale ya para seguir alimentando al sistema; macrogranjas, mineria a cielo abierto, mas y mas regadios (en Teruel estan pinchando pozos para"regar" las trufas)... El peligro es que para quien decide quedarse en el medio rural, las opciones cada vez son menos , y estos modelos productivos, con buenos resultados economicos a corto plazo, son faciles de imitar. Pan para hoy , y mucho hambre para mañana.
http://vasenbachoqueta.blogspot.com.es/2017/08/ruralizacion.html
.
Nos deberíamos dar cuenta, en lo relativo a la agricultura, que cuando vendemos un melón o unas cebollas, estamos vendiendo también agua, nutrientes y otros recursos que tardan muchísimo tiempo en formarse y que muchas veces son irremplazables. Vaya, que estamos vendiendo nuestra tierra y nuestro futuro. Y además muy barato, toda vez que en muchos de esos productos el valor añadido se lo llevan los de fuera.
Nos convertimos entonces en una especie de mina que se va agotando y tras la cual no queda nada.
https://medioambienteporti.blogspot.com.es/
Sin duda Gregorio, el desarrollismo genera en todas las latitudes una inmensa insostenibilidad, una gran desterritorialización y los más grave, la ruptura de todas las esferas o los entramados comunitarios. Seguir alimentando la búsqueda de los lugares y de las prácticas de la esperanza, constituye la tarea ineludible. Saludos. Olver
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