Miguel Ángel Gómez Borja
Francisco Escribano Sotos
Gregorio López Sanz
Isabel Pardo García
Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de Albacete
Universidad de Castilla-La Mancha
La reestructuración del sector financiero en España se ha convertido en una de las políticas estrellas para luchar contra la crisis. En pocas palabras, se está impulsando con la ayuda de una legislación a medida y con ingentes cantidades de dinero público un proceso de concentración bancaria que confiere el poder a muy pocos. Fórmulas tradicionales de la actividad financiera española, como las cajas de ahorro y las cajas rurales (cooperativas de crédito), no se escapan a esta tendencia.
Las cajas de ahorro están en pleno proceso de fusión y conversión en bancos privados, necesitados de capitalización, por lo que van a convertirse en presa fácil y suculenta de fondos de inversión internacionales. Es decir, un sector básico para la economía como es el financiero, va a quedar casi completamente en manos de entidades privadas que tienen récord en generación de beneficios como consecuencia de su capacidad para imponer condiciones gravosas a sus clientes, además de por los despidos masivos de personal que se están llevando a cabo (20.000 despidos sobre los 130.000 puestos de trabajo en el sector de cajas de ahorro).
Por su parte, las cajas rurales, de las que había provinciales y locales, están embarcadas en un proceso de fusión y conversión en cajas rurales de ámbito regional. Así se produce un alejamiento del territorio y de los pueblos que las forjaron hace casi medio siglo, porque las decisiones sobre su gestión se centralizarán, se reducirán los cauces de participación directa de sus socios en la vida de la entidad, y poderes políticos y económicos buscarán la forma de utilizarlas en beneficio particular.
Contar con vías de financiación local es clave para el futuro del mundo rural:
- porque el ahorro de nuestra tierra puede y debe revertir hacia proyectos cercanos de interés comunitario, organizados de acuerdo a esquemas solidarios, cooperativos, horizontales y equitativos.
- porque permiten incorporar a los ahorradores y socios locales a los procesos de toma de decisión sobre la inversión de los recursos financieros autóctonos.
- porque los recursos de nuestras cajas rurales locales se asignan en función de las posibilidades reales de los proyectos locales y no en función de la aportación de garantías ni de la maximización del beneficio a corto plazo.
En Castilla-La Mancha, hasta hace apenas un año existían 4 cajas rurales provinciales y 4 locales. Las fusiones han definido 2 grandes cajas rurales regionales (Caja Rural de Castilla-La Mancha y Globalcaja) y quedan aún 3 cajas rurales locales: Casas Ibáñez, Mota del Cuervo y Villamalea. Socios/as de éstas últimas, así como ciudadanos/as en general, están en los últimos tiempos reivindicando que estas entidades sigan manteniendo su status local, prestando un servicio esencial a familias y pequeñas y medianas empresas.
Estas cajas rurales locales, que están completamente saneadas, con una solvencia que triplica la media del sector financiero, deberían intentar seguir pegadas a la tierra que las vio nacer, a las gentes que allí trabajan y viven, y seguir haciendo realidad el sueño de los cooperativistas que las crearon hace 50 años: la unión de las gentes de los pueblos, del campo, para proporcionar a través de sus propios recursos los servicios financieros que les negaban otras entidades financieras.
Francisco Escribano Sotos
Gregorio López Sanz
Isabel Pardo García
Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de Albacete
Universidad de Castilla-La Mancha
La reestructuración del sector financiero en España se ha convertido en una de las políticas estrellas para luchar contra la crisis. En pocas palabras, se está impulsando con la ayuda de una legislación a medida y con ingentes cantidades de dinero público un proceso de concentración bancaria que confiere el poder a muy pocos. Fórmulas tradicionales de la actividad financiera española, como las cajas de ahorro y las cajas rurales (cooperativas de crédito), no se escapan a esta tendencia.
Las cajas de ahorro están en pleno proceso de fusión y conversión en bancos privados, necesitados de capitalización, por lo que van a convertirse en presa fácil y suculenta de fondos de inversión internacionales. Es decir, un sector básico para la economía como es el financiero, va a quedar casi completamente en manos de entidades privadas que tienen récord en generación de beneficios como consecuencia de su capacidad para imponer condiciones gravosas a sus clientes, además de por los despidos masivos de personal que se están llevando a cabo (20.000 despidos sobre los 130.000 puestos de trabajo en el sector de cajas de ahorro).
Por su parte, las cajas rurales, de las que había provinciales y locales, están embarcadas en un proceso de fusión y conversión en cajas rurales de ámbito regional. Así se produce un alejamiento del territorio y de los pueblos que las forjaron hace casi medio siglo, porque las decisiones sobre su gestión se centralizarán, se reducirán los cauces de participación directa de sus socios en la vida de la entidad, y poderes políticos y económicos buscarán la forma de utilizarlas en beneficio particular.
Contar con vías de financiación local es clave para el futuro del mundo rural:
- porque el ahorro de nuestra tierra puede y debe revertir hacia proyectos cercanos de interés comunitario, organizados de acuerdo a esquemas solidarios, cooperativos, horizontales y equitativos.
- porque permiten incorporar a los ahorradores y socios locales a los procesos de toma de decisión sobre la inversión de los recursos financieros autóctonos.
- porque los recursos de nuestras cajas rurales locales se asignan en función de las posibilidades reales de los proyectos locales y no en función de la aportación de garantías ni de la maximización del beneficio a corto plazo.
En Castilla-La Mancha, hasta hace apenas un año existían 4 cajas rurales provinciales y 4 locales. Las fusiones han definido 2 grandes cajas rurales regionales (Caja Rural de Castilla-La Mancha y Globalcaja) y quedan aún 3 cajas rurales locales: Casas Ibáñez, Mota del Cuervo y Villamalea. Socios/as de éstas últimas, así como ciudadanos/as en general, están en los últimos tiempos reivindicando que estas entidades sigan manteniendo su status local, prestando un servicio esencial a familias y pequeñas y medianas empresas.
Estas cajas rurales locales, que están completamente saneadas, con una solvencia que triplica la media del sector financiero, deberían intentar seguir pegadas a la tierra que las vio nacer, a las gentes que allí trabajan y viven, y seguir haciendo realidad el sueño de los cooperativistas que las crearon hace 50 años: la unión de las gentes de los pueblos, del campo, para proporcionar a través de sus propios recursos los servicios financieros que les negaban otras entidades financieras.
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